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lunes, 11 de septiembre de 2017

EL EDIFICIO DE VIAJEROS - II

Archivo Esteban Gonzalo - 1926

Una estación proyectada por el arquitecto valenciano Demetrio Ribes Marco para sustituir al pequeño edificio de estilo neoclásico diseñado en 1851 por los  ingenieros James Beatty y Domingo Cardenal, que estuvo ubicado donde las actuales plaza del Ayuntamiento y avenida Marqués de Sotelo, ya que Norte quería tener una estación adecuada que atendiese al incesante aumento del tráfico en plena época de auge ferroviario, cuyo edificio principal expresara la importancia económica de la zona, y la decoración manifestara la alta consideración que tenía a los viajeros y a las mercancías, éstas principalmente productos agrícolas para exportación. Solución ferroviaria pero también para la ciudad que pudo cerrar el circuito de la ronda, obstaculizado hasta entonces por el amplio paso a nivel de la calle Xátiva, y realizar el replanteamiento urbanístico del área circundante de la plaza San Francisco.

El arquitecto supo interpretarlo en su proyecto, aprobado en 1906 con modificaciones posteriores, que comprendía como parte principal un edificio en forma de U, tipología habitual de las estaciones término, abrazando una gran marquesina metálica.

La base de la gran U edificada es una construcción de 72 metros de fachada y 26 de profundidad máxima, con una torre central y dos laterales. Éstas son más altas que el resto de la obra para aumentar proporcionalidad teniendo en cuenta los 19 metros de altura de los dos tramos intermedios y estar ante una amplitud viaria urbana de un centenar de metros.

Aunque su estilo es modernista de principios del siglo veinte, Demetrio Ribes supo combinar elementos extraídos de la más pura tradición local con las tendencias vanguardistas europeas de la época, principalmente del también famoso arquitecto Otto Wagner y de la “Sezession” vienesa. El arquitecto concentró lo que quería Norte, principalmente en la fachada: el vestíbulo y el bar.

El simétrico frontis recayente a la calle Xátiva, frente al centro histórico de Valencia, está ornamentado con elementos cerámicos (naranjas y el escudo de la ciudad masivamente), los remates están inspirados en nuestro gótico civil, y rojas estrellas de cinco puntas, símbolo de Norte, en la parte alta de tres lados de las torres laterales, que tienen la particularidad de estar adornadas en progresión ascendente para aumentar el sentido de verticalidad.

La torre central compendia belleza con simbolismos: coloristas cristaleras en la puerta y ventanas, dos simétricos mosaicos, diseñados por el pintor impresionista valenciano José Mongrell y realizados por Hnos. Maumojean de Pinto (Madrid), ensalzan la labor de las guardabarreras de día y de noche, pero dejando indirectamente constancia que todos son importantes eslabones en la explotación ferroviaria, y en la cumbre un águila con las alas desplegadas sobre una esfera, que simboliza La Tierra, resaltando la rapidez y majestuosidad del ferrocarril, pero también el afán de Norte de continuar en vanguardia.  

Detalle antiguo restaurante - Foto Esteban Gonzalo

El vestíbulo y el antiguo bar son las joyas de la estación, y, afortunadamente, mucho lo conservado y lo recuperado. El primero, con cenefas de mosaicos que representan frutos de la región en el techo y las paredes, la frase "Feliz viaje" con letras doradas y en varios idiomas, y dando la “impresión” de que sostienen todo el techo, en un edificio con entramado metálico, dos esbeltas columnas adornadas con mosaicos en la parte media y polícromos capiteles cerámicos.

El antiguo bar, actualmente sala para exposiciones y actuaciones musicales, deja absortos a los visitantes, de ellos muchos miles de turistas, ya que se encuentran rodeados por coloristas mosaicos en relieve con escenas de la Albufera, la Huerta, montañas con agua y pinos, y campos con naranjos y flores, para transmitir la constante imagen de la Valencia fértil y próspera a cuyo bienestar ayudaba la Compañía Norte con sus trenes. Verdes guirnaldas con flores y frutos ocupan los espacios libres, simétricos dibujos de variados trazados y colores decoran el techo, y completan el bello conjunto lámparas doradas y puntos de luz laterales en los remates del chapado de madera, que ocupa el tercio inferior de las paredes. 

Fue el resultado de la magnífica compenetración del pintor Gregorio Muñoz Dueñas con La Ceramo, industria cerámica ubicada en Benicalap, entonces un caserío de la huerta y actualmente un populoso barrio de la expansión urbana del norte de la ciudad de Valencia.

Texto y fotos de Esteban Gonzalo Rogel

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