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sábado, 30 de abril de 2016

UN RAYO DE LUZ

Archivo Municipal (Foto de Barberá Masip (1871-1935)

(Con mi agradacimiento a Pep Valencia por el montaje y a Ton Bogaard por brindarme la luz)

1927 Ca. - La foto antigua cargada de historia con la información que nos aporta, en ocasiones, nos invita tan sólo a dejar volar nuestra imaginación. Es el caso de la que nos ocupa, que aunque parezca escondida en la estrechez de su trazado, está llena de vida, de vidas más bien. Destacan por un haz luminoso que estrellado sobre la acera, parte en dos semejantes escenas populares plena de embrujo. Corresponde al instante en el que fugaz se escapa como una “centella” por una calle que casualmente llevaba este nombre.

Luz y sombras dispuestas en una mañana por la que se recrean mentes de infancias ante la atenta mirada de una mujer ante su portal, donde en corrillo vecinal se transmiten las noticias del día.

Archivo Municipal

La farola ya había cumplido su misión en la noche y el indicador de "dirección obligada" ejercerá la suya. 

Escena callejera de nuestra ciudad entrañable, sin prisas ni agobios, cruzada por la nitidez de un rayo de luz que nos fascina.

Mientras las vidas pasan, el rayo de luz permanece, intacto, en su fidelidad al tiempo.

jueves, 28 de abril de 2016

EL TRANVÍA AÉREO... FASCINACIÓN

Archivo de José Huguet


1909 - Con el comienzo del año el ritmo de proyectos para dotar de atractivos a la Exposición Regional resultó frenético.  En el mes de febrero el Comité de la Exposición, que había recibido del Ayuntamiento la exclusiva sobre el uso del vado del río en la zona de su confluencia, dio permiso a D. Luis Gil Sumbiela para la construcción de un tranvía aéreo llamado a comunicar el Llano del Remedio con la otra parte del río, en la Alameda, en el punto justo enfrente a la entrada principal del recinto ferial, que iba a estar flanqueado por dos puentes, el de la Exposición en construcción y el del Mar.

Si para la nueva y muy próxima pasarela se había optado y como novedad por el hormigón armado, en esta ocasión, la conexión aérea sería a base de hierro y acero, no exenta de elegancia para admiración de los visitantes.  El director y constructor iba a ser el arquitecto Ramón Lucini, tan vinculado a la Exposición por otras intervenciones en la misma, lo que garantizaba el propósito.

En principio se había previsto como fecha de puesta en marcha del tranvía aéreo los últimos días de abril, tiempo necesario para la construcción de dos torres de hierro de once metros de altura, enlazadas por cables de acero de procedencia británica de gran calidad, a cuyo través, suspendidas en el aire, las cabinas de pasajeros trasladarían a los pasajeros de una a otra parte del río.

Sin embargo se retrasó el comienzo del montaje de las torres que no seria hasta el 17 de abril, con un plazo de ejecución de 15 días. Se contaba con la presencia del ingeniero inglés M. Stewenson, que no se marcharía hasta su finalización. Para comodidad de los usuarios en su ascenso a las torres, se prescindía de escaleras con subida giratoria una vez realizado el embarque.

Diversos problemas hicieron que se postergara su puesta en marcha, entrando en servicio el 23 de julio cuando ya estaba inaugurada la Exposición desde el pasado 22 de mayo. La distancia entre las torres era de 185 metros y su ejecución a cargo del constructor D. Jorge Bartle, que resultó ser una difícil obra de ingeniería, la mayor existente en Europa de semejante característica, causó gran satisfacción para los invitados.

El precio de un pasaje era de 0,25 pesetas; ida y vuelta 40 céntimos, y el abono para diez viajes, 2 pesetas.

¡Suban señores, disfruten su viaje!


Fascinación

María, aquella muchacha avispada que trabajaba en un taller de pasamanería de la calle de los Derechos, viajó en el tranvía aéreo una tarde de finales de julio de 1909. Y fue una experiencia que jamás pudo olvidar; una pequeña aventura que contó una y otra vez, cuando los hijos tenían que dormirse, cuando los nietos reclamaban un cuento.

El viaje duró muy poco y no tuvo mucho de especial. Total, se trataba de cruzar el río Turia, de hacer un recorrido de ciento cincuenta metros en una cabina de hierro pintado que se deslizaba por unos cables a no más de diez metros de altura. Pero igual que hizo aquel atardecer caluroso, ella siempre puso el corazón al servicio de la fascinación que no siempre nos da la vida. Un recurso de su ingenio le hizo vivir el viaje con la intensidad de una adolescente que había vivido una extraordinaria aventura sin salir de su ciudad.Y lo repitió siempre, con la emoción de una madre y la seguridad de una abuela protectora.

-     Aquella carroza aérea –decía—parecía flotar en el aire… Acolchada de luces y flores, pintada con los más bonitos colores, la cabina se elevó en el cielo…. Y avanzó despacio sobre la hierba del cauce, sobre la cinta de agua del río…

La vida es más llevadera si va acompañada de fantasía. La vida corriente, la vida monótona y sin grandes perfiles de una aprendiza valenciana de 1909, se transformó una tarde, gracias a un simple viaje en el tranvía aéreo de la Exposición Regional. Apenas le costó cinco céntimos. Luego, con sus amigas, recorrió todos los paseos, vio bailar a los ricos en el Pabellón del Casino, se hizo multitud alrededor de un automóvil y se maravilló ante un globo de gas que estaba a punto de volar.

Casi treinta años más tarde, en el silencio sobrecogedor del refugio, María se apretujaba con sus hijos, esperando el tronar del bombardeo que llegaba desde el mar. Contra el miedo, su discurso era el mismo:

-          Volábamos hacia la Alameda en una cabina de plata, por encima de un río que parecía una cinta de papel de plata, como las que ponen en el belén.

Su imaginación, su poesía innata, siempre estuvo a punto: para compensar las amarguras y suplir las carencias de una vida sin relieve. En las noches de apagón después de la gran riada de Valencia, fueron dos nietos los que se apretaron a su cintura llenos de temor. Y ella, como siempre, acudió a sus mejores recuerdos:

-          Era como si un pájaro nos llevara en una caja de cristal cubierta de luces: pasamos el río en un suspiro para bajar suavemente en el otro lado del Turia…

F. P. Puche

martes, 26 de abril de 2016

LOS ULTIMOS DIAS DEL PALACIO DE JURA REAL


Archivo de Germán Gómez

1929 - Avanzaba el mes de abril, concretamente el día 20, y el periódico El Pueblo anunciaba que en las próximas fechas “la piqueta demoledora e igualitaria, derrumbará lo que fue Palacio de Jura Real”, mencionando el generoso gesto por parte de sus dueños de ceder al Museo de Bellas Artes todo cuanto “guarda en su obra de fábrica objetos artísticos y pisos de valor, que no deben de desaparecer ni destruirse”.

Palacio el de Jura Real que hasta sus últimos días "estuvo vivo”, como lo demuestra la noticia del periódico La Correspondencia del día 8 de marzo anterior, anunciando una exposición fotográfica que el Foto-Club Valencia iba a organizar los días 14 al 19 del corriente en los bajos del Palacio, ya en plenas fiestas falleras. El día 10, domingo, a las 8 de la tarde, terminaba el plazo para la presentación de fotografías.

El día 20 el diario Las Provincias daba su crónica de la exposición a cargo del recientemente creado grupo de aficionados al que daba la nota de notable, donde se habían exhibido diversas vistas de la ciudad que, en su conjunto, mostraban su aspecto tanto urbano y monumental como el rural, por lo que pasaban a ser una muestra documental a tener en cuenta para la promoción turística de la ciudad, y por ello debería engrosar el Archivo Municipal para sus “publicaciones de propaganda por el extranjero”.


Tras resaltar los méritos técnicos, la admiración por los bellísimos paisajes y las escenas típicas expuestos, con exuberante derroche de arte merced a los aciertos en los enfoques del tema y la luz, el cronista citaba a los participantes de la Exposición dedicando sus elogios.

Días después la "piqueta blasquista" tomaba posiciones.

domingo, 24 de abril de 2016

EL POUET DE SANT VICENT


Archivo Muncipal (1920)

Como todos los Domingos por la tarde, iba la abuela con los nietos a los Viveros, (siempre se decía los Viveros), para que los niños dieran rienda suelta a sus juegos y carreras. Camino hacia el Puente del Real, obligado era, el hacer una parada en el Pouet de Sant Vicent, para que los niños bebieran el agua de la fuente, con aquellos vasos de aluminio cogidos con una cadena, para que nadie se los llevara. 

De paso la abuela contaba a los pequeños infantes, las saludables propiedades de aquellas aguas milagrosas, y que los niños bebían de un tirón y sin chistar, mientras de reojo miraban y escuchaban a la abuela. 

Por una puerta que hay a la derecha de la mencionada fuente, bajando por una escalera, se encuentra el pozo que suministra (suministraba) el agua a la fuente; hace unos años, salió una noticia, que el pozo ya no tenía agua, su nivel freático había desaparecido, debido a  los sótanos de unas cercanas fincas, edificadas en la plaza de Tetuán. 

Me resisto a creer, que ello sea así, pero nos queda la bella historia del Pouet de Sant Vicent Ferrer, y de aquellas felices tardes con la abuela.

Texto: Germán Gómez.     

viernes, 22 de abril de 2016

EN TORNO AL BENICALAP DE 1950-1975 - LOS OFICIOS - II


Colección Almenar Blayet

La avenida de Burjasot significa el eje principal en la vida comercial de la barriada. A las tiendas, industrias y bares se les unen los centros sociales y recreativos, así como el lugar idóneo para la ubicación de los variados oficios que las más de las veces coincidían con la vivienda familiar, fuera ésta en la misma planta baja o a través de una “escaleta”, arriba en el primer piso. Eran los años cincuenta y estos sus más populares personajes, siempre familiares y entrañables.

TALLER "DELS CARROS". CASA ANGELITO

Era un taller de carpintería en el que exclusivamente se dedicaban a arreglar y hacer carros que se demandaban en la huerta. Estaba situado enfrente de CASA BRANCA, dispuesto para arreglar los rayos de las ruedas rotas. Se hacía allí mismo la estructura del velamen, así como ensanchaban los fondos de los carros para aumentar su capacidad de carga. Todo esto desapareció a la muerte del abuelo Ángel y sobre todo por la falta de demanda de arreglos con la aparición de remolques metalizados.

EL CORRECHER

El taller estaba en la Avenida de Burjasot enfrente mismo de las antiguas escuelas de Benicalap. Lo regentaba la familia Busó; a él llegaban la mayoría de labradores para arreglar "collerots", ramales y la infinitud de piezas de cuero que por el uso iban sustituyéndose. Recuerdo que pasábamos para ir al colegio y veía al Sr Paco con una aguja especial larga que, con hilo de palomar, iba completando unos rulos rellenos de esparto que iba dándoles la forma para que las caballerías estuvieran cómodas en su aparejo. Cada vez habían menos caballos y se iba reemplazando el trabajo de fuerza animal por la mecánica; así es que terminaron haciendo carteras para colegiales. O en el caso del hijo mayor, Paco, que siguió ejerciendo mientras vivió el oficio de su padre, si bien todos los aparatos de tensión de la Fundación García Muñoz, con su caja de cuero, fueron realizados en exclusiva por él.

EL "ESPARDENYER"

Tenían el taller y la tienda frente al antiguo Cine Boston. Zapatillas de careta y esparto que  se vendían especialmente para las pascueras y pascueros. La tienda y fábrica estuvo regentado muchos años por la familia Valls.

EL "MANYA"

Este taller “de cerrajería y creación de estructuras“ estaba en la Avenida de Burjasot al lado del Horno de las Rejas, abarcando un espacio que iba desde la Avenida de Burjasot a su trasera, junto la vía del "trenet" trazada a lo largo de la calle de la Florista. A él se recurría para hacer llaves, estructuras de ubicación doméstica, el hierro para arreglo de edificios, pilares y cruceros. De este taller salió la cruz del actual campanario de la Iglesia de Benicalap,  inaugurado en 1954.


Colección Almenar Blayet

El PRACTICANTE

Sería injusto dejar aparte el oficio del practicante, aunque no esté encuadrado entre los artesanales. Pero en el Sr. Narciso coincidía el de barbero y su apuesta por la realización de  sangrías. Las sangrías desaparecieron por la medicación oral o inyectable antes de la Guerra Civil. No obstante, tuvo la barbería hasta su jubilación. Recuerdo cuando me contaba que en la postguerra aplicaba las dosis de penicilina  sin importar que el inyectable hubiera que realizarlo de madrugada, en festivos o en cualquier momento, cuando caían las seis horas que marcaba el médico. No olvido a la Sra Marianeta, su mujer, siempre dispuesta a atender cualquier recado y agilizar las peticiones que se le presentaban. En el oficio continuaron su hijo Miguel, que ejerció su vida laboral en el Hospital de Rehabilitación de la Fe y en la actualidad el nieto en el Hospital Arnau de Villanova.

Estos profesionales que existieron de barrio, pertenecen a una especie muy rara en la actualidad, que alguna vez habrá que hacer justicia por su entrega, desinterés, esfuerzo y amor en beneficio de los vecinos.


Texto de Eduardo Donderis Folgado

miércoles, 20 de abril de 2016

EL TÚNEL DEL CABANYAL CUMPLE VEINTICINCO AÑOS

Foto de Esteban Gonzalo

El día 13 de abril de 1991 fue abierto a la circulación de trenes el túnel que por el subsuelo de las calles Ibiza y Serrería y las modernas continuaciones Luis Peixo e Ingeniero Fausto Elio, la primera del Grao y las restantes del Cabanyal-Canyamelar, sustituyó a las vías en superficie del Ferrocarril de Valencia a Tarragona.

Pasaron al archivo de los recuerdos las congestiones de tráfico y los accidentes en los pasos a nivel de la calle Islas Canarias, de los caminos de Algirós y Cabanyal, pero principalmente en la avenida del Puerto, donde coincidían sesenta mil vehículos de circulación rodada con un centenar de trenes. De tal manera, que las barreras de su amplio paso a nivel, que eran accionadas a mano desde una casilla elevada, cortaban el tránsito rodado siete de cada veinticuatro horas.

Siete días después, hoy hace veinticinco años, el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, inauguró el denominado “Soterramiento del Ferrocarril a Tarragona a su paso por las barriadas marítimas de la ciudad de Valencia”. En el tren especial, que partió de la estación del Norte a las 12:10 horas, le acompañaban el Presidente de la Generalitat, Joan Lerma; la Presidenta de Renfe, Mercé Sala; la Alcaldesa de la ciudad, Clementina Ródenas, así como otras autoridades, invitados y medios de comunicación. Hubo discursos, descubrimientos de una placa y un monumento conmemorativo, una improvisada rueda de prensa, arrancamiento de una de las barreras del paso a nivel junto a la estación del Cabanyal como simbólico desmantelamiento de las instalaciones en superficie, mascletá y fiesta ciudadana, que se prolongó hasta la madrugada y culminó con un castillo de fuegos artificiales.

Foto de Esteban Gonzalo

Día institucional, pero el grande para la historia del Distrito Marítimo fue el 14 de abril de 1991, el primero sin trenes a nivel calle en 2.620 metros de línea férrea que hasta entonces frenaban la intercomunicación del Grau, Canyamelar, Cabanyal  y Malvarrosa con el resto de la ciudad de Valencia. Obra que puso fin a numerosas protestas vecinales.

La historia del túnel comenzó cuando de las tres alternativas presentadas en 1979 fue elegida la del soterramiento de las vías entre el cauce del viejo río Turia y la estación del Cabanyal, con prolongación aprobada en 1984 hasta el linde municipal de Alboraya. Comenzaron las obras en abril de 1986 y estuvieron paradas entre noviembre de ese año y diciembre de 1988, hasta que hubo consenso para el pago del enorme sobrecoste por las técnicas constructivas a emplear según los condicionantes hidrológicos y geológicos derivados por la poca consistencia del subsuelo y el nivel freático casi en la superficie.

Problemático de construcción, pero también de mantenimiento por las frecuentes deformaciones de la plataforma de la vía que obliga a periódicas obras de consolidación. Queda como incógnita si resistirá el gran aumento de trenes de mercancías que prevén los empresarios tras la adecuación de las vías con la colocación de un tercer carril para el ancho común europeo

De una adjudicación a la baja en 1.800 millones de pesetas para la infraestructura del túnel pasaron a una inversión final de 9.500 millones, que incluía la superestructura ferroviaria –vías, catenaria y señales- y un colector. La Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de Valencia y Renfe aportaron 1.500 millones cada uno y el resto el MOPU.

Tras desechar el Ayuntamiento de València la construcción de un puente atirantado diseñado por Santiago Calatrava y decantarse por la continuación del túnel hacia el sur, en 1988 el Ministerio de Transportes denegó la prolongación alegando que ya habían asumido mucho coste y que el terreno era muy inestable. Montaron un puente fácil de quitar y dejaron preparadas las pantallas para cuando quisieran realizar la prolongación. Después un cuarto de siglo con peticiones valencianas, con mayor o menor frecuencia y contundencia según épocas, pero con el mismo resultado, el continuado ninguneo ministerial.


Texto y fotos de Esteban Gonzalo Rogel    

lunes, 18 de abril de 2016

LA BÁSCULA DEL VIEJO MATADERO


Archivo Municipal

(Montaje de Pep Valencia)

1902 Ca. - Desde el año 1806 el Matadero Municipal, que había abandonado su ubicación próxima a la actual Plaza Redonda, estaba situado en la calle Guillén Castro. Lugar que tras su traslado al paseo de la Pechina (1902), sería ocupado por el colegio Cervantes, inaugurado en 1907.

Frente a las instalaciones del Matadero Municipal, junto al paredón lateral del Convento de Santa Úrsula, existía un pequeño edificio que hacía de báscula, a su vez frontal de un “corral” como  Almacén Municipal. Del mismo se tienen referencias de finales del siglo XIX alternando en sus funciones como fielato y tenencia de alcaldía, utilizado en unas elecciones de 1901 como colegio electoral.

En 1903 una instrucción del Gobernador Civil a la Alcaldía aludía a la necesidad de construir en la ciudad una “Red de Urinarios” que, curiosamente, denominaba “chalets retretes”, reiterada al año siguiente.

Con la desaparición del Matadero por su traslado, el coqueto y pequeño edificio fue utilizado como urinario hasta su destrucción en los primeros años de la década de los cuarenta, cuando ya desde los años veinte y en repetidas ocasiones a lo largo de la década de los treinta, la prensa de la época demandaba su destrucción para adecentar la zona con la construcción de un jardín.

Tan pronto entró en servicio el nuevo matadero en 1902 en la Pechina, el Ayuntamiento inició los trámites para la instalación de una báscula en sus instalaciones, cuyo coste fue satisfecho al ejecutor del proyecto en agosto del año siguiente.

En la foto, dejando volar la imaginación hacia aquellos años, bien pudiera corresponder al último ciclo como báscula al servicio municipal; se adivina tras la rejilla de su ventana central la figura de un hombre sentado a la espera de sus funciones.

(Con mi gratitud a la ayuda de Francisco Pérez Puche)


Aburrimiento

El sol cae de plano y empieza a hacer calor. Y el funcionario, de lacios bigotes, solemnemente ajeno a todo lo que parezca estar vivo, mira por la ventana enrejada los preparativos del fotógrafo, el montaje del trípode, el instante cumbre del click, con una indiferencia de siglos.

Esta es la imagen viva del aburrimiento, del nada que hacer en una instalación municipal que ha cerrado sus puertas y está esperando el traslado. Esta es la imagen del tedio en una mañana soleada de la primavera valenciana; el símbolo perfecto de la burocracia que extiende su dominio de hastío de un ayuntamiento al siguiente, de un siglo a otro, por encima y más allá de la modernidad.

El sol calienta la explanada de adoquines y hasta la ventana del funcionario va subiendo el calor por oleadas. En verano, esa meseta de piedra era una sartén, un horno donde las caballerías daban saltos inquietos y los arrieros huían a buscar refugio bajo los plátanos de la avenida, cerca del botijo oficial.

El funcionario bosteza, se espanta una mosca, se limpia con un pañuelo a cuadros la punta de la nariz. Le faltan cuatro años para la jubilación y le están hablando, a él, de cambios. El Matadero se ha ido con la música a otra parte y allí, en el nuevo edificio de la Pechina, quieren poner otra báscula. Ellos sabrán. Yo líos no quiero. Porque menuda están armando en el Puerto los del Ayuntamiento, cambiando a los responsables de las básculas de toda la vida por unos dimes y diretes de si se pesa mal o bien, de si hay matutas o amaños en un par de carros.

Líos pocos, faena la menos posible. El Matadero de Guillén de Castro se ha cerrado, la báscula que levantaron en el jardín está a punto de clausurar y el Ayuntamiento ha mandado un fotógrafo, tú verás, para que quede recuerdo del servicio prestado. Nada entre dos platos: aburrimiento. Aunque el muchacho de la cámara, un profesional, ha procurado cumplir todos sus deseos: que saliera la cumbre de las torres de Quart para situar el escenario por los siglos de los siglos; que se vea también que el convento de Santa Úrsula está que se cae… Pero sobre todo, ante todo, que los valencianos del futuro puedan ver la cara de solemne aburrimiento del empleado municipal de la foto. Todo un símbolo, todo un destino.

F.P. Puche

sábado, 16 de abril de 2016

UNA PLACA EN LA PLAZA SAN VICENTE FERRER


1931 - En plenas fiestas de Sant Viçent, las elecciones municipales del domingo 12 de abril apenas hicieron menguar el interés por los actos vicentinos, así como la asistencia a las representaciones de los milagros en los tradicionales altares que se celebraron con normalidad.

Y a más, el lunes 13, día de su festividad como patrono de la provincia, tuvo lugar el descubrimiento de una lápida en la plaza de San Vicente Ferrer, antigua de la Congregación, costeada por suscripción popular en homenaje al santo dominico, en un acto celebrado con gran solemnidad sobre una tribuna adosada a la fachada de la iglesia de Santo Tomás, presidido por el Sr. Santonja en representación del alcalde, que tuvo su inicio con la lectura por parte del Sr. Larrea, como secretario del Ayuntamiento, del acuerdo consistorial. A continuación el concejal Sr.  Cardona dirigió unas palabras al numeroso público ensalzando la figura del Santo que había predicado por toda Europa, hijo fervoroso de Valencia.

El Sr. Santonja descubrió la lápida a los acordes de la “marcha de la ciudad” entre grandes vivas y aplausos. Tras unas palabras del Canónigo Sr.  Olmos  y del presidente de la Asociación de San Vicente,  don Vicente Boix, se dio por finalizado el acto con una “traca” que recorrió la plaza y gran parte de la calle del Mar.


La foto fue portada de Las Provincias el día 14 de abril.

jueves, 14 de abril de 2016

DESAGRAVIO A BLASCO IBÁÑEZ

Archivo Municipal

1932 - En el primer aniversario de la proclamación de la II República el Ayuntamiento quiso rendir homenaje a Vicente Blasco mediante la colocación de una lápida en la Avenida de su nombre. Y en justo desagravio fue colocada la misma que había existido en la antigua plaza Cajeros, obra de Vicente Benedito. El periódico Pueblo, como no podía ser de otra manera, dedicó amplia información al acto, recordando el tiempo y maneras en que fue retirada de su anterior ubicación una vez iniciado el mandato municipal de Luis Oliag (1924/1927), donde había figurado desde su instalación en mayo de 1921, año en el que la plaza Cajeros tomó el nombre del escritor valenciano, cuando hasta última hora estaba previsto que fuera la plaza de la Reina la indicada para el cambio de nombre.

El redactor de El Pueblo recordando el hecho, en su crónica del día siguiente, no tenía pelos en su máquina de redacción para aseverar que “de aquellos hombres de la dictadura que más odio mostraron a Blasco Ibáñez, fueron el Alcalde Oliag, el arquitecto de los jesuitas Peris y el cebollero Miralles, que quería, cuando era arrancada la lápida rotuladora, que el sobrestante encargado de la operación dejase mal embragada la lápida para que cayera contra el pavimento y quedase destruida”. También hacía mención a los Sres. Vicente Maicas y el Marqués de Caro en su elogio, quienes se opusieron ante lo que consideraban un agravio a Vicente Blasco Ibáñez, votando en contra y presentando su dimisión como concejales.

Archivo Municipal

De esta guisa, la placa pasó al "Almacén de los Olvidados" hasta que con el cambio político de años después y con su necesaria modificación, ocupó nuevo emplazamiento en lugar muy cercano. Si antes daba nombre a una pequeña plaza, ahora lo haría a una amplia avenida. 

El día elegido para el desagravio fue el 14 abril. Inmediata a la plaza Castelar, la avenida dedicada a D. Vicente presentaba un magnífico aspecto ante una multitud que se podía considerar en “muchos miles de personas”, según citaba El Pueblo. 

Ante la tribuna, repleta de personalidades del mundo politico, social y cultural, se concentraron representaciones de todos los casinos republicanos de Valencia, con sus banderas y estandartes que superaron el centenar. Ante el entusiasmo de los asistentes se descubrió la lápida a los acordes de la Banda Municipal con el Himno de Riego acompañado de clarines y timbales. Vicente Alfaro, el Alcalde, entre vivas a Valencia, a Blasco Ibáñez y a la República, pronunció un discurso que a petición del público lo hizo en valenciano.

martes, 12 de abril de 2016

ELECCIONES MUNICIPALES


1931 - El domingo 12 de abril, en el santoral San Julio Papa, el defensor de Nicea, se ejercieron en España unas elecciones que si bien eran para designar los concejales municipales, su carácter plebiscitario entre Monarquía y República era más que evidente. Los monárquicos obtuvieron la victoria al sumar mayor número de ediles en el territorio nacional, pero el triunfo de los republicanos en las capitales de provincia fue aplastante.

Sólo en las de Cádiz y Vitoria se decantaron por Alfonso XIII quien ante la presión popular, la lógica por un resultado electoral que no le reforzaba en su autoridad, aunque si legalizaba su continuidad, sin embargo y por falta de apoyo institucional, optó por el abandono inmediato de España en poco más de cuarenta y ocho horas, por su manifestado deseo de evitar un enfrentamiento entre los españoles.

Vemos en la foto de la calle de la Paz la propaganda monárquica lanzada desde una avioneta, días previos a la jornada electoral, lo que motiva la satisfacción a los más jóvenes, al igual que a los adultos por la novedad que les suponía observar el vuelo de los folletos por tan céntrica calle.

lunes, 11 de abril de 2016

domingo, 10 de abril de 2016

LA PRIMERA PIEDRA DEL FARO

 Archivo de Paco Mañez

“En Valencia, á la décimo - séptima hora del día diez de abril, año mil novecientos cinco, S.M. el rey D. Alfonso XIII  (Q.D.G.), accediendo á la respetuosa súplica de la Junta de este puerto, que por delegación del Gobierno lo constituye y administra, se dignó colocar la primera piedra de los cimientos del faro del dique Norte”.

Así se dejó constancia en el acta ante la visita del monarca que había llegado al puerto atravesando el camino del Grao para detenerse sobre un templete ante la "Escalera Real", donde saludó a la Junta de Obras del Puerto en un ritual ante el gran público que había llegado “desde Valencia” a bordo de tranvías, tartanas y otros medios, atravesando el Camino del Grao, que desde los cuarteles de San Juan de la Ribera lucían colgaduras en sus balcones atestados de gente, con parejas de la Benemérita y traje de gala que se situaban de trecho en trecho.

Tras el saludo de cortesía, Alfonso XIII subió a bordo de un tren cuyo trayecto quedaba inaugurado para el servicio de las obras, que le iba a trasladar hasta el lugar, proximo al dique final, donde se había levantado un pabellón útil para un esmerado lunch que sería servido por D. Eugenio Burriel para los ciento cincuenta invitados.

Archivo de Francisco Pérez Puche

Con anterioridad se celebró una misa por el canónigo penitenciario Rvdo. Tormo. Junto al altar, una mesa sobre la que se firmó el acta por S.M. y demás autoridades portuarias, mientras la banda musical de la Casa de la Beneficiencia amenizaba el momento.

El acta fue encerrada en una artística caja junto a monedas y periódicos del día para ser depositada en el suelo. S.M. echó encima dos paletadas de cemento y la grúa situada al efecto, hizo caer el bloque artificial después de ser bendecido por el sacerdote.

Tras recibir un obsequio de la Casa Burriel consistente en tres copas de oro y plata encerradas en un estuche de piel de jirafa, el monarca descanso un momento en un sillón adornado con flores para, finalmente, montarse en el tren que le traslado al templete de la escalera real, regresando a Valencia.

Vemos la foto de 1940 con el faro cuyas obras habían finiquitado en 1930, veinticinco años después de la visita del rey Alfonso  XIII, y la del momento de la firma del acta correspondiente.

viernes, 8 de abril de 2016

EL CONVENTO DEL CARMEN


Dibujo de Agelet (1967)
Archivo de Rafael Solaz

La singularidad del Convento del Carmen estriba en que dentro de sus muros no sólo se contemplan los diferentes estilos arquitectónicos que han ido surgiendo desde su construcción, sino que también anida en su interior gran parte de la historia de la ciudad.

Situado en el barrio de los Roteros, extramuros de la muralla árabe, en unos terrenos que eran propiedad de D. Íñigo Blasco, un aragonés que había acompañado al Rey don Jaime en la Reconquista (por cuyo favor y en correspondencia recibió del monarca casas y solares en la zona) fueron cedidos a la Orden del Carmen, que bajo la dirección de Fray Arnaldo de Bascher, funda el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen en 1281, cuya construcción se inició de inmediato. Su primer objetivo fue el del Convento, culminado dos años más tarde.

En constante renovación desde su inicio hasta el siglo XX, su fabrica es una mezcla de estilos: gótico,  renacentista, barroco y neoclásico y a su vez con diferentes usos: conventual, docente, museístico, correspondiendo en la actualidad su función al servicio de exposiciones temporales, basada fundamentalmente en la difusión de la cultura como sede del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana.

La anexa Iglesia del Carmen del siglo XVII, con su campanario construido en 1741, que tras la desamortización de Mendizábal continuó abierta al culto, fue designada como Parroquia de la Santa Cruz por derribo de la titular muy cercana en 1842.

Tras sucesivas restauraciones impacta en el conjunto el halo religioso surgido por su origen conventual, manteniéndose en el tiempo con su histórico devenir: el académico con el eclesial.

La calle Museo, de él y en definitiva recibe el nombre.

miércoles, 6 de abril de 2016

¡ A PRIMERA !



1931 - En la década de los años veinte la afición por el "balompié" iba formando cuajo en la geografía nacional con la aparición de competiciones regionales en todo su ámbito.  Se iba imponiendo pues la creación de una Liga con carácter nacional que no vería su inicio hasta 1928 con dos categorías: Primera y Segunda división. En esta última quedó encuadrado nuestro Valencia C.F., junto con otros nueve equipos.

A la tercera llegó la vencida y el club merengue, tras la temporada 1930/31, logró el ascenso después de una campaña memorable, en la que también fue campeón regional, quedando en puertas de las semifinales de la Copa de España.

Puso fin a la competición un partido en el campo de Mestalla celebrado el 5 de abril con victoria ante el Betis por un contundente 6-0, cuando por la diferencia de puntos con su inmediato seguidor, el Sevilla, ya tenía asegurado el ascenso automático desde el minuto cero de un partido que, según el cronista, todo él “ha sido un continuo batir de aplausos. Más que domingo de gloria,  pareció de Ramos. Por las palmas”. Los jugadores habían sido recibidos al saltar al terreno de juego con gran alborozo y a los sones del Himno Regional en su honor.

Por la noche tuvo lugar una cena homenaje en el restorán de la Casa de la Democracia, Gran Vía Germanías 22, dedicado por un grupo de socios y admiradores del club, abierto a la afición a seis pesetas el “ticket” con la asistencia de más de doscientos hinchas.

La portada de las Provincias de aquel Domingo de Gloria iba dedicada al primer equipo por su ascenso a la Primera División, donde de forma ininterrumpida iba a permanecer hasta el año 1986, cuando después de 55 años sufrió el "infierno" del descenso.

lunes, 4 de abril de 2016

LA INAUGURACIÓN DEL CINE CAPITOL


1931 - El Sábado de Gloria, 4 de abril, Valencia iba a contar con un nuevo cine de los llamados "de estreno", para el que se había construido un edificio diseñado por el arquitecto valenciano Joaquín Rieta Sister, al que había impregnado el estilo “art decó”, tan en boga en Paris en la década de los veinte, con su llegada a Valencia en construcciones de nueva planta durante los años treinta .

Pero justo una semana antes, el 28 de marzo, en un acto inaugural organizado por la Asociación de la Prensa, el público ocupó en su totalidad una sala que causó sensación por sus detalles de confort y buen gusto, con una suntuosidad ya presente en su vestíbulo, con espléndidas verjas y puertas de cristales que causaron muy buena impresión a los asistentes. Su moderna decoración, nos dice el cronista de Las Provincias, “recuerda la de las salas Gaumont y Pleyel de Paris”.

Para este primer acto se ofreció un programa con el plato fuerte del film de la Metro Goldwyn Mayer, “El Presidio”. Con anterioridad se exhibió un periódico hablado, Hearts Metrotone se publicitaba, un corto con las más jóvenes estrellas mundiales de la revista infantil en tecnicolor y una exhibición a cargo de Bon, el genial filósofo de la caricatura, quien derrochó humor y arte con una deliciosa "conferencia muda", muy aplaudida por el público entre el que se reunía lo más selecto de la sociedad valenciana.  

A la entrada a la sala perfumada por la casa Robillard, las señoras y señoritas fueron obsequiadas con un bouquet de flores y perfumes de su nueva Creación Mariola.

Vemos en la foto de Desfilis al público saliendo de la sala una vez inaugurado el Capitol,  tras su presentación en la vispera del Domingo de Ramos. 

sábado, 2 de abril de 2016

FIESTA VICENTINA, MOÑOS Y GORRAS.


Años 20 - El moño quedaba atrás en tan humilde moda, junto a los largos faldones que en su complemento uniformaban a la mujer de la época.  El tapado masculino se corresponde con la gorra. Las manos en los bolsillos indican relajo. Entrega al acto popular, que no rendición.

Les “covetes dels sants joans” quedan ocultas por el gentío que acude a la representación milagrera en modesto y festivo fervor. Un friso de banderas decora la base del escenario ante el barroquismo del gran retablo en la trasera de la evangélica iglesia de los Santos Juanes, frente a la Lonja.

Fiesta de San Vicente Ferrer, de gran tradición popular, como se demuestra año tras año en recuerdo de los milagros vicentinos escenificados por niños, lo que asegura su continuidad.

Su antigüedad se remonta al siglo XV cuando en la calle del Mar, en lugar próximo al de su casa natalicia,  se celebró la primera representación teatral callejera en homenaje al santo patrón de Valencia.  Fiesta que en la actualidad se celebra pasada la fiesta de la Resurrección de Cristo.


Fiesta y tradición, moños y gorras.  Todo se complementa.