lunes, 29 de febrero de 2016

EL VELOCÍPEDO



Archivo Rafael Solaz (1935)

Los valencianos, ajenos al periodo liberal que se avecinaba, un 6 de junio de 1819 supieron con cierto asombro por la portada del Diario de la Ciudad de Valencia de la presencia del “velocipedo”. Un artefacto, decía el cronista, “que en camino llano aun después de haber llovido, se caminará de 6 a 7 millas por hora, que es la prisa del caballo”.

Así inició su camino un medio de locomoción que con sus transformaciones tecnológicas, primero muy rudimentarias y con los años cada vez más sofisticadas, mutó de forzar su avance sobre el terreno por la acción de los pies de su conductor,  “arañando” el suelo, sentado sobre un artefacto de dos ruedas, al de una bicicleta de muy ligera aleación, “motorizada” por el efecto de un piñón capaz de imprimir gran velocidad, merced a una cadena impulsada por los pedales.

Archivo de F. Pérez Puche

Pero a paso muy lento, ya en la década de los ochenta de aquel siglo, en el Skating Garten “situado en el jardín del Santísimo, entrada junto a la Alameda”, se alquilaban velocípedos por cuatro reales la hora, mientras que en la Exposición Regional de 1883 promovida por la Real Sociedad Económica de Amigos del País se abrían “las vías de nuevos adelantos” con la presencia de “los últimos modelos de vehículos de dos ruedas”.

Según la prensa de la época,  fue en la festividad de la Virgen de los Desamparados cuando un 7 de mayo de 1886 tuvo lugar en Valencia la primera carrera de velocípedos en el paseo central de la Alameda, cuando ya empezaban a ser conocidos como bicicletas, nombre que venía por la patente en 1885 de John Kemp Starley de su modelo conocido como Safety Bicycle que había revolucionado el sector, “dejando atrás todos los modelos conocidos”.

Tuvo que pasar medio siglo para que en 1935 se celebrara la I Vuelta a España. La Alameda, siempre tan unida a la bicicleta, fue final de una etapa de 188 km que se había iniciado en Tortosa. La afición a su deporte alcanzaba ya "velocidad de vértigo", aunque se fuera vestido con pantalón largo, alpargatas de careta y camisa de manga larga como nos muestra el joven satisfecho asido al manillar: eso sí, arremangada.

Bibliografía: F. Pérez Puche "Valencia en bicicleta"

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