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domingo, 14 de junio de 2015

CRÓNICA DE UN VIAJERO

 
1836 CRONICA DEL VIAJERO

1836 – Ramón de Mesonero Romanos bajo el influjo del Trienio Liberal destacó en el terreno literario como un prolífico autor costumbrista e historiador. Colaborador de los periódicos más importantes, fundó el Semanario Pintoresco Español, que tuvo una vida superior a veinte años.

El grabado anónimo publicado en aquel año es un flas en la retina de su autor que en su crónica viajera,  tras adentrarse por la ciudad, dice de ella que es una de las urbes españolas que por sus calles angostas, tortuosas y sin empedrar, mejor testimonian las costumbres musulmanas. La blancura de sus casas -insiste el viajero- los terrados con flores, las rejas y celosías de sus ventanas, las puertas en arco, los caprichosos dibujos de sus cerámicas, sus torres, murallas y torreones, y los propios nombres tan peculiares como Ruzafa, Zaydia, Almoina, Alcudia, todo en su conjunto, nos traslada a la ciudad que fue morisca.

La visión aumenta en credibilidad al contemplar la indumentaria de los huertanos con la manta de vivos colores colgada al hombro, propia de la Berbería.  

Y de la impronta cristiana no sólo viene indicada por sus numerosos templos, sino también por la cantidad existente en sus calles de altares y retablos que representan los milagros de San Vicente Ferrer. Al igual que sus amplias casonas con escudos en sus dinteles, indicativos de la existencia de una nobleza que se mezcla con la gran cantidad de tiendas y talleres propios de una importante actividad gremial, donde la presencia de hombres y mujeres en sus labores diarias dan vida a sus calles.

Y así transcurren los días en tan laboriosa ciudad, tanto en cuanto la bondad de su clima y  mientras brilla la luz, facilita observar su belleza…

Y en ello abundan muchos de los viajeros qué acudieron a la búsqueda del hechizo del "cap i casal" del viejo Reino.

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