sábado, 18 de enero de 2014

MAÑANAS DE DOMINGO

mañana de domingo ca 1960
(Con mi agradecimiento a Pilar Bravo Escriche)

Ca. 1960 - Los años transcurren inexorables y con ellos y a más velocidad los hábitos y las costumbres. Mutan su piel y aparecen en escenas modos  y formas que nos convierten en seres que nunca habíamos imaginado. La década de los sesenta avanzaba a velocidad de crucero cuando aún faltaban muchos años para su llegada a la dársena del puerto. La televisión,  el seiscientos,   el butano, la casita de campo, el desarrollo de López Rodó,  los cómodos plazos, aparecían todos exultantes  y con ellos el chándal y el fin de semana  a la inglesa empezaban a picar en nuestras puertas.   Todo empezó a ser diferente, pese a que tuviéramos que pagar un peaje que a largo plazo nos iría a llevar al estrés y a la hipoteca. Con los años, aquellas mañanas con traje de domingo, misa de doce, paseo por el puerto, y aperitivo con sepia a la plancha  y vermut de garrafa con bolitas de seltz, nos iban  abandonando de forma lenta, a la sazón ilusionados con el pádel que poco después se instalaría en nuestras agendas. 

La pareja endomingada ha abandonado la Iglesia de Santa María del Mar; está ante los porches de J.J. Domine; se detiene ante el fotógrafo y va a cruzar la verja del puerto para un plácido paseo junto a los tinglados modernistas entre brisas con salitre en un día de descanso dominical.  Era la década de los sesenta. 

4 comentarios:

  1. Añadiría otra parada o estación, la compra de los pasteles,habia que comprar los pasteles, enormes pasteles, mas bien pasteles-bocadillos, medias lunas, palos catalanes de crema, pringosas sabarinas o azucarados y aceitosos susús; sin olvidar las desintegrantes mil-hojas. Germán Gómez.

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  2. Tienes razón Germán, olvide que antes de pasar por casa se subía a una pastelería de la avenida del Puerto frente a la iglesia donde una bella joven cita servía la mejor repostería que imaginar se pueda. Había que guardar una larga cola, pero valía la pena. !Tocinillos de cielo!

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  3. Cuando se tomó esa fotografía, la pastelería en cuestión se llamaba Dulces Ruíz, y luego, en el 69- 70, pasó a llamarse Pastelería Venus. Me hace ilusión pensar, que esa bella jovencita podía ser yo, que fuí dependienta en ese establecimiento durante diez años, y desde luego , la visita era obligada. Eran incalculables las docenas de pasteles que se podían vender una mañana de domingo,¡ son muy golosos los graueros ! y los pasteles, de categoría, (y lo siguen siendo), ah, y muy cumplidos con el clero de Sta. Mª del Mar, a quienes regalaban con frecuencia grandes tortadas, con ocasión de la onomástica de algún sacerdote o fiestas mayores del barrio. Paseo y pasteles, buen domingo.

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  4. Pilar, cuando todo encaja, la ficción se convierte en realidad. La pareja endomingada en su retorno a casa y en una mañana de domingo, lo más natural era volver a la pastelería donde recoger su encargo que una eficiente y guapa dependienta tenía guardado tras el mostrador con un lacito verde que sujetaba la envoltura. ¡Buen domingo tengan Vds!

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